Intoxicaciones por plomo.
La exposición prolongada al plomo, un mineral de origen natural que se utiliza prácticamente en cualquier cosa, desde los materiales de construcción hasta las pilas, puede provocar graves problemas de salud, sobre todo en los niños pequeños.
El plomo es tóxico para cualquiera pero los bebés que todavía no han nacido y los niños pequeños son los que más se exponen a padecer problemas de salud provocados por una intoxicación por plomo. Sus cuerpos, de menor tamaño y todavía en proceso de crecimiento, los hacen más vulnerables a la absorción y a la retención de plomo.
Las concentraciones de plomo en sangre son peligrosas, que pueden provocar una amplia variedad de síntomas, desde el dolor de cabeza y de estómago hasta problemas de comportamiento y anemia (cantidad insuficiente de glóbulos rojos en sangre). El plomo también puede afectar al desarrollo cerebral del niño.
La intoxicación por plomo puede ocasionar diversos problemas de salud en los niños, como los siguientes:
- disminución del crecimiento óseo y muscular
- reducción de la coordinación muscular
- lesiones en los sistemas nervioso, renal y auditivo
- problemas en el habla y el lenguaje
- retraso del desarrollo
- convulsiones y pérdida de conciencia (en casos de concentraciones de plomo muy elevadas)
Intoxicaciones por mercurio.
El mercurio, al igual que el plomo, es un metal pesado y se almacena en el organismo. Durante el embarazo, el mercurio puede llegar al bebé y causar trastornos en su desarrollo.
Los efectos tóxicos incluyen daños al cerebro, los riñones y los pulmones. El envenenamiento por mercurio puede provocar varias enfermedades, incluyendo acrodinia (enfermedad rosada), el síndrome de Hunter-Russell, y la enfermedad de Minamata.
La exposición al mercurio en los niños pequeños pueden tener graves consecuencias neurológicas, dificultando la formación de las vainas de mielina que recubren los nervios periféricos, pues el mercurio inhibe la formación de la mielina.
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